Nació en Rionegro, Antioquia, entre vacas, y de ello se siente infinitamente orgulloso porque fue justamente lo que definió su vida profesional. Es uno de los primeros egresados de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, profesor jubilado de la Institución y uno de los impulsores de esta área del conocimiento en el país. 

“Yo entré a la Universidad en 1962 al programa de Zootecnia y le cuento que fui muy afortunado: yo estaba pensando estudiar Ingeniería Mecánica porque para ese entonces no existía acá la Zootecnia, pero un amigo se enteró de que en la U.N. iba a comenzar esa carrera y tuve tan buena suerte de ser admitido al nuevo programa y acá estoy, a eso dediqué mi vida”, cuenta.

En la Sede Medellín estuvo cinco años como estudiante, de esa época recuerda la posibilidad de llevar a la práctica los conocimientos obtenidos en las aulas.

“Acá teníamos un establo con unas 30 vacas traídas de Estados Unidos que eran de lo mejor en ganado lechero, también había una porqueriza y un gallinero muy bien montado donde hacíamos muy buenas prácticas. Las vacas después se convirtieron en el hato que fue parte de la felicidad mía porque lo manejé durante mucho tiempo y fueron la base de lo que es hoy la Estación Agraria Paysandú”, rememora.

Tras recibirse como zootecnista, Antonio José ingresó al Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) como investigador asistente para el programa de ganado y leche. En 1972 se vinculó como docente a la Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira desde donde potenció su formación profesional, hizo una Maestría en Nutrición Animal en New Mexico State University y en 1976 regresó a Medellín para reincorporarse, esta vez como docente e investigador, a su primera casa académica.

Hace unos años en la Sede Palmira, donde se ocupó del área de producción animal para los estudiantes de Agronomía y dictó los cursos de Zootecnia General y Alimentación de Ganado, fue nombrado como gestor de la carrera de Zootecnia; ese es hoy uno de sus “pequeños”, lo dice con modestia, orgullos personales.

“Acá en Medellín dicté Zootecnia General y el curso de Producción de Leche, además respondía directamente por el manejo del hato lechero que era de primer orden: mis vacas de la universidad les llamaba yo. Hacia el final con varios compañeros creamos la línea de profundización en enfoque de sistemas de producción animal, asesoré seminarios e investigaciones de grado y elaboré el anteproyecto de un posgrado en Nutrición Animal”, comenta.  

Durante su época como docente también tuvo una amplia gestión en el área administrativa: fue director del Departamento de Producción Animal y de la carrera de Zootecnia en varias ocasiones, integrante del Comité Asesor del programa y del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Agrarias, además de administrar durante años el hato de Paysandú.

Antonio José Ortega habla con nostalgia y cariño de esos buenos tiempos: “Lo mejor de haber sido profesor fue la oportunidad de compartir conocimientos con otros que querían aprender y me dieron la oportunidad de aportar algo de mí, de ayudar y de dedicarme al conocimiento en lo que a mí me gustaba. También me di el orgullo grande de ser de los primeros en ser nombrado profesor titular de la Universidad que era una cuestión difícil de alcanzar”.

A propósito de esos que él llama sus orgullos, grandes y pequeños, Antonio José fue  nombrado en 1977 zootecnista del año por el Colegio de Médicos Veterinarios y Zootecnistas de Antioquia COLVEZA, fue distinguido por sus cualidades profesionales durante el XIII Congreso Nacional de Medicina Veterinaria y Zootecnia y recibió distinción de honor en el VI Encuentro Internacional de Zootecnistas celebrado en Pasto.

Además publicó un texto que recoge su experiencia profesional: Bases técnicas para la producción de leche en el trópico.

Hoy Antonio José está dedicado a recoger los frutos de lo que sembró y a disfrutar la vida, según cuenta. Regresó al campo a seguir viviendo entre vacas y a gozar de lo que más le gusta: la naturaleza.

“Yo soy caminante, voy por los campos los martes y los jueves durante horas con un grupo de compañeros: hacemos ejercicio, respiramos aire puro, renovamos neuronas y somos felices. He sido muy afortunado y el futuro lo veo feliz, lo que me queda de vida lo miro con esperanza y felicidad. A los jóvenes les digo que hay que buscar y aprovechar las oportunidades ¡Eso fue lo que hice yo!, concluye satisfecho.  

(FIN/CST)

5 de septiembre del 2017